.Y pasó que


Al final se me va a haber hecho tarde para hacerlo mal. ¡Qué lástima! Con lo que disfrutaba yo sufriendo penurias y quejándome, y consolándome y dejándome querer  hasta la hartura, la lejura y el cambio de parecer. Con lo que siempre me ha gustado abrir historias para mirarlas de lejos, inventarme finales, dar media vuelta y marcharme pensando que qué pena que no me saliese bien. Desde luego, ¡qué huevos hay que tener!, para imaginar finales y que ni pensados adrede te salgan bien.

Será que me deshice del reloj cuando me di cuenta de que de tanto mirarlas gastaba las horas en parpadear frente a la esfera; será. O que lo que necesitaba era distancia para dejar de ver el suelo plano, y con su redondez, parir la posibilidad de hacerme una bolita sonriente y echar a rodar; será.

Lo importante es que ya no voy preocupado de mirar por donde pisé porque ya tengo claro que mis huellas son preciosas. Que ya no releo aquellas viejas conversaciones conmigo mismo, y que si lo hago no es para dolerme, sino para alegrarme de que, si todo ha cambiado, es porque un día, cansado, empecé a caminar distinto.

Y pasó que pasé; y pasó que pasamos; y pasó que pasamos a ser. Yo con tus risas y tú con mis orejas; y el suelo, ensimismado en sí mismo, puso aire entre la tierra y nuestros pies.

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