.Improvisando


Cuando me vaya voy a dejar todo listo para que nadie me eche en falta. Va a ser un curro del copón, pero creo que si me lo monto bien conseguiré que a todos les quede suficiente trozo de mí como para que pueda seguir viviendo en sus cabecitas. Suficiente como para darles besos de buenos días y abrazos de buenas noches; frases de aliento, palabras de consuelo, guiños de complicidad y empujoncitos en el abismo para que terminen de echar el vuelo.


La mitad de mi vida me he empeñado en soñar con crear algo más grande que yo, algo que me trascendiera a mí mismo tanto como para vivir incluso cuando mis últimos recuerdos se hubiesen perdido. La otra mitad la he gastado en querer ser único y súper especial; un tío de esos inolvidables que se hacen necesarios y sin los que se hace difícil estar. Y ahora que he crecido un poco más me he dado cuenta de lo absurdo.

¿Para qué crear algo más grande que yo que trascienda en mi lugar mientras calmo mi hambre de ego proyectando una imagen pretenciosa sobre los que me rodean? ¿Por qué no hacerme grande yo y que no me haga falta inventar estatuas de paja gigantes para que otros me vean?

En lo que sí que estaba acertado era en lo de ser único; eso no hay quien nos lo quite. Así que con esa certeza será mejor empezar a rebuscarse, y reencontrarse, y sobre todo disfrutarse; y disfrutar de la caminata, porque cuando lleguemos al final igual ya es demasiado tarde. Hay gente que dice que no sabe vivir. Yo tampoco; estoy improvisando. Solo tengo un boli Bic negro, algo de tiempo y un manual de instrucciones en blanco donde apuntar los buenos consejos con los que me voy tropezando.

Y ese tiempo que tenemos jamás nos será devuelto, así que será mejor aprender algo de cada uno de los momentos.

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