.Guía rápida para cumplir sueños

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La verdadera naturaleza de los deseos, ¡vaya concepto! Los deseos no son lo que nos pensamos, y tal vez por eso sea tan complicado llevarlos al plano real desde el plano ideado. Por lo que he visto puedo decir que, más allá de ser ideas tangibles y maduras, son pequeños arrebatos de pasión adolescente entre conceptos incautos. Como el resultado de una desastrosa primera vez en un amorío prohibido por el prejuicio del mundo. Por eso los deseos no saben lo que hacen, no saben quién son y mucho menos saben cómo encontrarse; por eso a los deseos hay que ayudarles si queremos hacerlos realidad.

Todo empieza soñando, ya sea en mitad del día como si es entre sábanas con los ojos cerrados. Puede ser que creamos saber qué queremos, pero la realidad suele ser una muy lejana y muy distinta de lo que nos dicta la cabecita. A modo de un hechizo mágico, la invocación nace del subconsciente en el momento más inesperado, cuando menos nos apetece y cuando más lo necesitamos. Es un sueño, lo hemos soñado, nos hemos soñado; y lo más normal es que no nos haya gustado.

-¡Oh, dios mío! He soñado cosas que están prohibidas! ¡No puede ser que mi cabeza me haga ver estas realidades inventadas!

-¿Por qué?

-Porque ahora que las he visto no puedo dejar de desearlas.

Puessss... te jodes.

El siguiente paso es la aceptación y racionalización del deseo. Una vez que hemos visto cómo nuestra cabeza ha vomitado sensaciones y proyectado situaciones en forma de imágenes, lo siguiente es destilar los conceptos clave dentro de esa amalgama onírica. Hay que tener en cuenta que los sueños son pequeños inconscientes cuyo discurso dista mucho de ser estructurado y elocuente. Así como un adolescente ahogado en lágrimas escupirá palabras sin orden ni contexto cuando le preguntas por su mal de amores, los deseos tampoco tienen demasiado claro qué es importante dentro de su mar de reflexiones.

Normalmente, dentro del sueño se esconderán 3 o 4 sensaciones que son las que provocan el estado del bienestar interno que buscamos. Los elementos característicos del sueño son secundarios, así que dejad de lado los rinocerontes como medio de transporte y los personajes de mundos de fantasía; porque no, Lara Croft no existe chicos, lo siento. Esta parte es la más complicada y requiere unas buenas dosis de humildad y autoconocimiento para salir airosos del proceso sin echar lagrimones ni frustrarse. La frase clave aquí es :"En serio, ¿qué es lo que quiero?" ¿Qué puede haber escondido en esta escena que responda a alguno de mis más profundos anhelos? ¿Qué sentimientos que sentí ahí querría que trascendieran el sueño?

Después de mucho cavilar, pensar, racionalizar, sentir e imaginar (no me negaréis que es un planazo de domingo) lo más normal es que hayáis llegado a la esencia del deseo, a lo más puro, al núcleo, al olor más embriagador, al tacto más denso. Ahora escribidlo en un papel, uno bonito. Escribidlo una vez, y luego otra, y otra, y luego con otras palabras, y luego dibujadlo y dadle formas y ponedle colores, y ribetes, y si sois músicos, también ponedle notas. Sacadlo de vuestra cabeza y plasmadlo en el mundo terrenal; dadle vida, cuerpo y alma; hacedlo real.

Ahora el deseo existe fuera de vosotros y más allá del desorden absurdo en el que se plantea en su primera iteración; ahora lo tenéis delante de vuestros ojos. Ahora sabéis qué es, qué forma tiene, a qué sabe y a qué huele; ahora sabríais reconocerlo si os lo cruzáseis en cualquier momento. Lo más importante en realidad es tener la humildad de aceptar cuáles son nuestros verdaderos deseos. Así, cuando se presenten, aparte de saber verlos, podremos ser valientes y luchar por algo con la certeza de que es lo que realmente queremos.

Y así es cómo uno deja de hablar y se pone a cumplir sus sueños. Buen día cachorros.

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