.E irrepetible
Hoy el vino y el café me olían a tu cuello. Después de todos los
abrazos los olores se me habían terminado quedando pegados y me vinieron
los recuerdos; y recordé. Recordé que no me acordaba de nada y por un
momento me olvidé de dónde estaba, y de que estaba lejos, y me calmé.
Porque tengo miedo, porque no quiero saber. Porque no encuentro
las ganas de guardarte en otros recuerdos y mientras tanto solo me
apetece verte de lejos y fingirme que todo va bien. Porque me dueles y
no quiero conocerte; yo te quiero saber.
-Me duele hablar contigo porque es que no sé cómo llamarte; porque tú ya no me llamas como siempre.
Eres
madera noble y todavía calientan las brasas que quedaron del último
fuego. Y no te quiero pronunciar en voz alta por miedo a que se aviven
las llamas de nuevo.
-Me gusta hoy la verdad. Nada pensado y todo espontáneo y absolutamente cierto; como volver a conocernos; como reconocernos.
Como mordernos, como arañarnos; como mirarnos con tanta fuerza que para dejarnos marca no nos haga falta tocarnos.
-Qué guay; tus manos.
Eres
tan tú que me asustas. ¿Te acuerdas de cuando éramos invencibles? Yo
sí, y cada vez que lo pienso la distancia se vuelve todavía más injusta.
-Te echaba de menos.
Y
yo, y ya ves cómo me largué de corriendo, que me faltó tiempo para
desaparecer antes del último beso del momento. Pero ya ves; estoy,
estás, estamos... no sé; y sigo sin saberlo. Lo que sí sé es que
entonces lo que de verdad necesitaba eran horas y tiempo, y dejar de ser
yo, y ser otro, y después odiarme por ello; y volver. Tenía que morir,
renacer y domar a la bestia; buscarme, encontrarme, darme de bruces
contra los extremos y quedarme inconsciente del golpe; y entonces
volver.
-No te atragantes, que creo que te has tragado a ti mismo. Espero que no te provoque sueños raros.
...
-¿Por qué sonríes?
Tenía ganas de hacer algo prohibido.
-E irrepetible.
Como cada minuto imperfecto.