.Cada día la tengo más larga


 Hacía tiempo que no la tenía tan larga, en serio, mucho tiempo. Mira que me la veo todos los días (cada vez que paso por el baño como poco), y me la toco, y me la rasco, y lo que me gusta amasármela y retorcérmela cuando estoy nervioso, o concentrado, o aburrido, o lo que sea. Con ese nivel de interacción me resulta extraño que no haya sido antes cuando me he dado cuenta... Y vale que está ahí y que hay que verla, pero con el día a día uno se acostumbra y como no vas a ir por la calle comparándola con la de los demás (sería un poco de mal gusto) pues... uno se queda sin referencias.

Y ya no digo más larga que el año que me pasé sin ella, eso era obvio; incluso más que en mis buenos tiempos, cuando la llevaba colgando radiante y orgullosa día sí y día también, hiciera frío o calor, calima o viento. ¡No pongáis esa cara humanoides amigos míos, que no fue tan extremo! Todos tenemos crisis de personalidad y mientras buscamos la verdad de nuestra personalidad a veces hacemos locuras, unos más sutiles, otros más notorias, pero vamos, que lo mío tampoco fue una cosa demasiado descabellada, creo yo.

Y el caso es que mola, y está feo que lo diga yo, pero conste que no soy el único, preguntadle a cualquiera. De un tiempo a esta parte las damas me miran con otros ojos, como más curiosos, como con ganas de tocarla y examinarla más de cerca, como tocadas por ese halo primigenio de virilidad que nos da llevarla bien hermosa y bien visible. ¡Y no solo ellas, no creáis! También mis homínidos homónimos hombres están bastante satisfechos con el resultado, y les gusta, y lo sé porque a diferencia de nuestras amadas mujeres, ellos lo dicen a la cara, y la rascan y la tocan sin reparo, que hay confianza.

Una lástima que al final de noviembre tenga que deshacerme de la pequeña bastarda porque ya empezaba a cogerle cariño a mi maravillosa barba.

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