.Bailarle sexy a algún objeto inanimado



"¡Vamos a echar una carrera!" Dijo mi cabeza. Y mis manos aceptaron el reto.

Y así, de vez en cuando me asaltan las noches en las que me dan las tantas sin pensar, convencido de que si no soy consciente de las horas me dolerá menos, o poco, o por lo menos nada, eso de llevar una vida normal al otro lado del desnudo ese con el que me visto por las mañanas. Borracho de alcohol, de vida, de versos o de historias de mentira con personajes de verdad; de lo que sea mientras hagan más amarillas las mentiras o más cruda la realidad; de lo que sea mientras moleste lo suficiente como para tener presente que para seguir vivos tenemos que echarle ganas en mover el aire que fluye por el ambiente.

De vez en cuando me asaltan las noches en las que me emborracho solo con el olor del vino y la cata es más un ritual de puertas hacia fuera para mostrar que sigo dispuesto a perder un poco los estribos. En virtud de mí, de ti, de nosotros... de que esta noche bailemos, de que nos matemos para amanecer más vivos; de todo, vamos; todo eso que tengo delante y que de repente tengo ganas de morder a ver qué sabe (galletas de perro, mesas, taburetes, pulseras, anillos de diamantes...). Así que me relajo y dejo que me asalten todas las ideas a la vez a ver si de la orgía de pensamientos sale algun bastardo tan peregrino que esté dispuesto a hacerse el Camino de Santiago conmigo; a ver si del amor libre de pensamiento surge la próxima epifanía, la próxima gran motivación, el próximo gran movimiento... Y gimo, y canto, y río, y bebo...

...Y al final lo que termino haciendo es bailarle sexý a algún objeto inanimado, como un sofá, Julius, el Ficus, Elisa, Laurita o una columna llena de espejos.

Y mentiría si no dijese que me encanta.

Entradas populares