.Déjame



Déjame escribirte una cosa antes de que se me quite el sueño de despertarme:

Hace un rato que te estoy observando y quería decirte que tienes unos ojos muy curiosos. Curiosos, no porque me extrañen, sino por lo inocentes y voraces a la hora de devorar paisajes. Y es que de hecho no me extrañan porque se me hacen extrañamente familiares dentro de que posiblemente sea esta la única vez que los tenga delante. Y qué dicha, porque la certeza de que morirás con las sombras te hace tan especial como los recuerdos que envejecen inmortales.

No, espera, no es eso...

Hace un miedo que te estoy hablando y quería mirarte que tienes unos labios muy fugaces; fugaces, fogosos, punzantes. No porque se esfumen antes casi de presentarse, sino por lo brillantes aquí en la oscuridad y lo traviesos que vuelan cazando palabras alrededor de mis orejas. Así, sin cabeza y en forma de sonrisa, como el gato de Alicia en el País de las Madridvillas; ronroneándome la noche a falta de buenas drogas a la luz de una despedida. Y se nos escapan las estrellas del cielo, y tras ellas se recorta tu silueta entre los rayos del amanecer.

No, tampoco es eso. Bueno, a la mierda.

Déjame besarte una cosa antes de que se me quite el hambre de quedarme; es que con palabras no sé decirlo.

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