.De esa piel que tengo


De repente encajaron cosas, se fueron nieblas, murieron fiebres, volaron ideas y vivieron canciones. Y en ninguna de esas cosas hubo miradas atrás, ni humedad de más, ni dudas, ni preguntas más allá de esa piel que tengo y que no es tan dura como me creo (y cómo me encanta darme cuenta de eso).

Vi cómo la vida que se va se lleva la mía con ella y me deja esos restos de emociones de cuando no llevaba doses en la frente y no me apetecía ser nada con más de un palmo de significado. Vi cómo se iba y cómo me fui al borde otra vez, y por darle simetría al asunto opté por descubrir a ciegas los límites de mi piel (de esa piel que tengo y que no es tan dura como me creo) y pintarle rasguños color miel para que no se me olvide cómo quema la conciencia cuando dejo de serme fiel.

Igual por eso dejo que los sonidos me maltraten y que me duelan los acordes entre los dedos, para que me recuerden que lo que más quiero, si olvido que es importante, también puede matarme por dentro.

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