.Kino



Vengo pensando que cuando hablamos nos dejamos algo. Nos falta comunicación, implicación, ganas, foco, vida; nos falta tacto, y contacto; que nos tocamos poco, vamos. Tenemos un tabú danzando entre los dedos de las manos y por convención social y reparos varios nos estamos perdiendo los mejor que tenemos los seres humanos. Y si no me crees es porque todavía no lo has probado, porque no hay nada que iguale a que no haya aire entre ambos.

Así no se puede estar más juntos, no se puede ocultar el mensaje y no se pueden maquillar los labios detrás de una sensación que en realidad no pertenece a las intenciones que pueblan el aire. Qué fácil es decir las cosas a medias cuando las palabras se las lleva el viento y qué poco nos atrevemos a mirarnos a la cara, cogernos el hombro y no decirnos nada, porque en ese punto ya no hace tanta falta.

Confieso que me gusta mirar a los ojos cuando hablo y a los labios cuando me hablan, que de normal más de la mitad de lo que digo lo hago con las manos y que estoy enganchado a las cosquillas, a la carne de gallina, a los reflejos inesperados a las caricias porque sí y a los dedos entrelazados. Y que los mejores recuerdos que me quedan de vernos siempre es el olor del abrazo del final: tú y yo y nosotros; el recuerdo de que nos hemos disfrutado.

Así que ya sabes, si mañana te topas con quien sea salúdale con un par de abrazos y empieza a gozar un poco de eso de que desprendes calor y emoción, y de que tienes piel y tacto.

Entradas populares