.Sobre las 5 de la mañana y otros seres mitológicos


Las 5, esa gran desconocida en parte. Somos unos golfos y todos le hemos dicho hola desde la ventanilla del autobús nocturno, desde el espejo del baño del bar, desde el fondo de la "última" copa (¡una más y paro!) O desde las aceras de alguna ciudad cuyo nombre ha perdido importancia a golpe de minutero. Ese lado lo tenemos muy visto; de hecho nos lo sabemos de memoria. Con sus grandes ideas peregrinas, los desconocidos amigos de toda la vida, los "nunca más" y la grandilocuencia de las penas nimias amplificadas cuando se miran a través de gotas de ginebra.



Así, decir que la conocemos es como pretender ser un experto enólogo después de haberse leído todas las etiquetas de la bodega de la esquina. Y no amigos, ¡qué va! Hay que vivir la escena de abrir un ojo y ver titilando en el despertador a ese sinuoso dígito.


5


¡Ay, qué jodío! No sé que tiene, pero hace un rato me ha dado tal mazazo que por poco no encuentro mi nombre entre la colección de sueños peregrinos de encargo. Tanto que en serio, que os lo juro, que no es broma (que en realidad soy un lloros, que no es tan raro) que me dolían los párpados de las ganas que daba seguir con los ojos cerrados.


Como reiniciar el ordenador sacando el cable de alimentación a mala leche.


Pues mira tú que un café después, no sé si por la falta de luz o la ausencia de interlocutores, he adoptado el sistema nervioso de un furby de buena familia y me ha dado la verborrea matutina. Es duro controlarse en este estado. Tanto que he optado por no hacerlo y me me hartado de desearle un buen día a toda la crew de dependientas y azafatos (de hecho no os asustéis si veis mensajes míos de hace un rato).


Y oye, es curioso eso de estar de buen humor hasta con los guardias que, prenda a prenda, te van desnudando (que si el cinto, que si las botas... ¿Nos vamos al cuartillo y lo dejamos zanjado?). Mientras me dure la risa, al que no le guste mejor que se me quite del lado.


¡Buenos días!



Entradas populares