.Que el mundo se nos siga quedando pequeño


Me pasa que... Que últimamente te pienso. Que después de marcharte quedaron huecos rellenos de nadie llorando las últimas fuerzas de equivocarnos tanto y tan de repente; de mirar donde no era, de caminar pensando en... Pensando. Y de separarnos de lo que nos hacía ser tanto; de lo que nos hacía fuertes.



Me pasa que hoy me he sorprendido con menos cara, más barbilla y otro pelo, moviendo algo que se sentía como un rabo largo y barriendo el suelo. Sin querer. Sin querer igual que ayer, que lucías redonda en todas partes, ya fuese brillando en el cielo u oliendo (a) laurel. Y he vuelto a mirar los huecos y por poco me pierdo, porque los habías hecho desaparecer.


Me acerco a darte las gracias, cerca, y de cerca te vistes de nada y desnuda de cuerpo me abres las alas y me dejas a merced de un viento, que sube, me toma de los hombros, me explota por dentro, retumba de zerca y pinta la mirada del amanecer de la tierra. Tu tierra. Mi tierra. La tierra que golpeamos al tempo de quienes somos y seremos.


Y nos bebemos la sangre de las heridas del ritmo, de las miradas negras que encontramos de la mano del titilar de las velas y de no soltarnos los ojos por no abrasar el mundo con el fuego que siempre nos fluye entre las venas. Y así morir de sed y bebernos, y morir de hambre y comernos. Que siempre nos queden ganas y surjamos más grandes a cada trago y a cada mordisco más fieros.


Y que el mundo se nos siga quedando pequeño.



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