.El auténtico Gentlecat

El auténtico Gentlecat no entiende de horarios. Aparece en tu casa a cualquier hora del día y lo primero que hace es quitarse los zapatos. Siempre lleva una botella de tinto (o dos) bajo el brazo, ya que cualquier ocasión es buena para celebrar algo (y si no se sabe qué, da lo mismo, que dentro de dos copas ya se nos habrá olvidado). Se sube a los sofás sin dejarse nada de sí mismo fuera y siente una especial devoción por las almohadas, las cosas suaves y las piezas de mobiliario con poderes sobrenaturales para que no te muevas. Además no soporta la luz directa y tampoco la oscuridad total (no por nada, pero se duerme y ronronea, y ese no era el plan).

Si comen fuera, sólo se conforman con lo mejor y lo más barato. Nunca piden menos que todo lo que les dé la gana y sólo con sus conversaciones de bajo y sobremesa consiguen escandalizar sin problemas al resto de la concurrencia. Son guapos como la madre que los parió y saben gozar de un buen atracón à la Pantagruel sin complejos ni síndromes de gordinflón; aderezando cada mordisco con una buena dosis de gruñidos y exclamaciones que sacadas de contexto podrían herir la sensibilidad de algunos espectadores.

Cuando se juntan varios y pasan las horas se pierden los contornos de cada uno entre las sombras, volviéndose imposible diferenciar qué extremidad o apéndice pertenece a cada sujeto. Esto da lugar a comentarios curiosos del estilo de "¿Cuándo me he hecho yo éste piercing?", "Qué bien esto de masajear y que te masajeen... ¡Ah no! ¡Que soy yo a mí mismo!", "No entiendo que no deje de picarme por mucho que me rasco. ¡Uy, perdón! ¿Te he hecho sangre?", "Me he bebido ya una copa de vino y todavía no le he cogido el sabor" y otros, a cada cual más estrafalario.

Algo equivalente sucede con las mentes, y ahí llega la magia, ya que llegados a un punto responde por uno el de al lado y ese pregunta lo que estaba pensando el de enfrente para después reírse sin querer por el chiste que iban a contar dentro de cinco minutos y ya dejar estar la carcajada hasta el amanecer.

Pero lo bonito, aparte de todo esto, es cuando todos se callan porque están demasiado ocupados disfrutando de estar dentro de las cabezas del resto.

Al final lo de ser feliz es tan fácil como apreciar lo que se tiene y hacer bonita la vida.

Bonito Jueves.


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