.El centro del universo


-¿Bueno, qué? ¿Qué te apetece?

Pues por ejemplo...

Coger una bola del mundo, darle vueltas, vendarte los ojos y que elijas un sitio al azar; incluso si está en mitad del océano. Imaginar qué tiempo hará, qué gentes nos encontraremos, a qué olerá cuando abramos las ventanas al despertar y qué color cogerán nuestras pieles después de conversar largo y tendido con la brisa del lugar.

Entonces coger una bolsa, vaciarla de recuerdos, meter dos mudas y el líquido de las lentillas y salir corriendo a comprobar si de verdad estábamos en lo cierto. Por ejemplo, porque juntos nos sobra el tiempo.

Y volar, y caminar, y abrir mucho los ojos.

Hablar idiomas que no conocemos para que nos repitan un montón de cosas que ya sabemos; para comprobar que al otro lado del mundo no somos tan distintos. Y dar vueltas en círculos cuando se nos acaben las ideas y dejar que mientras dormimos nos arrastre la marea; a cualquier sitio.

Todo para regresar y reírnos, porque al principio habías señalado el mismo punto en el que nos encontrábamos, pero preferimos dar la vuelta al mundo en un segundo, sólo para darnos cuenta de que el centro del universo aparece bajo tus sábanas cuando nos comemos a besos.

-Pues no sé... ¿Nos tomamos un café y pensamos?


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