.¿Te apetece ir a cazar girasoles?

-Y total, así fue como nos conocimos. Todo muy bizarro, ya ves, como muy... Raro, imprevisible, casi mágico...


-Anda, déjate de moñadas, que suena totalmente como si te lo acabases de inventar. En serio que no tienes que inventarte ligues para hacerte el machote, que te queremos tal y como eres, aunque seas un poco rarito.

-¡Joder! ¡Que te digo que es verdad!

-Bueno, pues llámala y queda con ella si tan real es.

-¡Pues la voy a llamar!

-Venga.

-¡En serio!

-Dale.

-En cuanto...

-¿Qué?

-En cuanto piense...

-Gallina.

-¡Pero que no sé qué decir! Ya sabes que me faltan tablas y...

-¡¡Cooooococococococo!!

-Te vas a cagar...

Beeep... Beeep...

-Telechino, ¿dígame?

-¡Hola! Eh... ¿Telequé?

-Telechino. ¿Qué desea?

Mientras el amigo se rebozaba por los suelos de risa, nuestro protagonista empezaba a sudar, a echar humo por las orejas y a ponerse de un tono rojizo-violáceo que provocó que una hueste de japoneses armados con cámaras reflex empezase a sacarse fotos con él, pensando que era algún tipo de plato típico con patas.
Una vez despachó a los exóticos amenazándoles con contagiarles la gripe A si le mordían, se puso a buscar la compostura debajo de la mesa desesperadamente. Apareció poco después, abrazada a su colega mientras se despachaban los diafragmas a gusto a su costa, y tras un infructuoso forcejeo se colgó del auricular en un desesperado intento de salvar el orgullo con el dependiente.

-¡Buenas! Bueno, sí, la verdad es que me he equivocado de número, pero...

Beeep, beeep, beeep...

Vamos, que habían colgado. El amigo se levantó sacudiéndose las cabezas de gambas del pantalón con una destreza notable.

-¡Ya ni los chinos te respetan majo! Anda, ahí te dejo con tus alucinaciones, que yo me voy con tu compostura, que tiene bastante más marcha que tú. ¡A gozarlo!

-¡Pero espérate! ¡Que ni has pagado lo tuyo!

Por desgracia no le oían. Estaban demasiado ocupados convenciendo a dos rubias de que eran los managers de Pitbull en España y ya no atendían a razones.

-¿Tengo cara de tonto? En serio, ¿es mi cara? - Se dijo.

-¿De verdad quieres saberlo? - Dijo el camarero agitando sus bigotes de morsa.

-No hace falta, gracias.

Y se fue.

Nuestro prota empezó a caminar, desempolvando el viejo arte de jurar en hebreo poniéndose como ejemplo en todas las construcciones. En esto andaba, cuando, en un ataque de incredulidad decidió darle a rellamada, aunque sólo fuese para confirmar que se estaba volviendo tarumba...

Beeep... Beeep...

-¡Hola! Pensé que no ibas a llamarme nunca... ¿Te apetece ir a cazar girasoles?

-En serio, alucino contigo...


Entradas populares