.¿Te apetece desayunar jazmines?

 -¿Conoces la teoría del caos?
 Yo seguía mirándola por encima de la copa. Estaba volviendo a casa y de repente llegó y se puso a hablarme con la excusa de que mi reloj era muy poco luminoso. Y mira que ni siquiera llevaba reloj, pero eso le daba igual. La excusa es lo menos importante cuando ya llevas casi dos horas enzarzado en una conversación apasionante sobre nada en particular y de la que luego no te quedará ni media idea. Es gracioso saber que cuando piense en esto sólo podré recordar sus dos ojos negros moviéndose frenéticos bajo sus cejas al compás del murmullo que íbamos entrelazando, sin importar el murmullo, sólo sus ojos bailando.
 -Eh, Cenicienta, ¡vuelve! Que todavía no son las doce.
 -¿Pero qué dices? Son las cinco y te recuerdo que yo estaba de camino a…
 -Sí, sí, sí… Ya tendrás tiempo luego para darme las gracias si quieres. Te había preguntado que si conocías la teoría del caos.
 -Pues no, la verdad.
 -Yo tampoco. Y eso es lo genial. Creo que ese es el secreto para hacerla funcionar. No tener ni puta idea de cómo funciona. ¿Sabes qué es lo más bonito del ser humano? Que es impredecible, y como no puede soportarlo se comporta siempre de la misma manera para que todos puedan saber de antemano qué va a pasar después. Es como un acuerdo tácito, un pacto no escrito entre toda la humanidad para quitarle toda la emoción a sus vidas.
 -En serio, no entiendo lo que me…
 -Calla imbécil, eso no importa. Pero imagínate. Imagínate si todos nos comportásemos exactamente como nadie se espera que actuemos. Lo mejor para esto es poner las cosas en movimiento. Si tienes ganas de baile, canta, si quieres aire, sopla y si quieres ruido, grita. Es tan sencillo…
 -Mira, llámame lo que quieras, pero no sé dónde quieres llegar a parar.
 -Hace dos horas te he parado por la calle alabando un reloj que no llevas y ahora estamos aquí, charlando de lo cobarde que es el ser humano. De hecho eres un ejemplo cojonudo, estás cagado de miedo porque no sabes moverte solo cuando no conoces el camino.
 -Ya, pero es que si me pierdo…
 -Pregunta.
 -Pero es yo y mi don de gentes…
 -Por algún lado tienes que empezar, moreno. Venga, levántate que ya amanece y tengo antojo de sol. Hoy invito yo.
 -No, de verdad que no…
 -Calla. ¿Te apetece desayunar jazmines?


Continuará...

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