.Segundas primeras veces

 Manolo me mira extrañado desde su nueva rama, bajo la cama, como preguntándome por qué tienen que terminarse esas excursiones tan divertidas que hicimos ayer. Lo realmente extraño es que casi ni se le despeinasen las plumas después de acompañarme mientras extendía hacia la noche y hasta el amanecer el día de la vuelta, de la segunda primera vez.

 Más allá del brindis de bienvenida, me rondan más por la cabeza los reproches por no escribir antes, las caricias del principio y el sabor de apurar la botella con los reyes de la noche. Que nos sobren las ganas y las púas de repuesto mientras me preguntes y te dé las respuestas que se responden con besos indefensos.
 Con la experiencia de buscarme, donde antes habría puesto el mundo patas arriba por no entender, sólo sonrío y me repito una y otra vez que si algo es bonito, gusta y no duele, lo tonto es romper la magia preguntándose por qué sucede y no vivirlo.
 Manolo nunca debió bajarse del escenario. Yo tampoco.



Entradas populares