.Como los buenos vinos

 Algunos recuerdos son como los buenos vinos, ¿no crees? Empiezan en medio de alguna aventura ambientada quién sabe dónde con quién sabe quién, a medio camino entre la historia real y el soliloquio en perspectiva del protagonista y poco a poco crecen y se hacen grandes.

 Así se va forjando el carácter, noche a noche en tu cabeza, mientras las ganas siguen intactas y puede más el deseo de vivir rodeado de decorados muertos que la luz para ver que hace tiempo que te dejaron solo bailando en la pista. Así van cogiendo forma, tendencia y nombre, y cuando por fin las ganas cesan y menos esperas que aparezcan, vienen invitados por alguna vieja canción o algún olor perdido entre los vagones del metro. No preguntan, no esperan tu respuesta, y están encantados de aparecer y aguarte la fiesta.
 Mes a mes, año a año… Me acostumbré y su desfachatez empezó a parecerme encantadora. Si aparecen les invito a cenar las sobras de lo que me queda de orgullo y brindamos con las lágrimas que por su culpa derramé, mientras que a cambio ellos suavizan la estampa y poco a poco me dejan ver la imagen de lo que en realidad fue, más allá del testimonio del adolescente y más acá de la experiencia que me hizo crecer.
 La próxima vez me gustaría que estuvieras para poder reírnos juntos mientras vuelven a contarlo.


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