.Qué barato es esto de ser feliz

  Todos tenemos días tontos porque sí, porque a veces apetece perder de golpe un puñado de años y simplemente ser un poco más feliz al lado de unos cuantos. Las excusas ya dan lo mismo, ya no necesitamos motivos, ya somos mayorcitos y tenemos muy claro que no sabemos qué pasará si nos juntamos y nos regamos con un buen vino. O sí… Que nos encanta.

  Somos conscientes de que el máximo exponente de la interacción con el ser humano es el contacto sin tapujos, sin vergüenza, con las manos desnudas y la mente abierta. Que la imagen que los demás ven de nosotros es la que consciente o inconscientemente proyectamos y que por eso más nos vale tener muy claro cuando nos miramos al espejo que nos encantamos.
  Hoy me di cuenta de que lleváis un rato largo dando vueltas a mi alrededor y he pensado que tiene gracia como, sin querer, las cosas se ordenan solas como al final tienen que ser. Soy un romántico, pero me da la vida sonreír cuando me acerco de lejos y os reconozco porque no podéis parar quietos.
  A veces pienso que a cada uno podría escribiros un libro de rimas y otro de sinsentidos, pero prefiero ocupar ese tiempo en pegarme un poco más a vosotros, guardarme muy dentro vuestros olores y dejaros bien colmados de abrazos para cuando las distancias se proyecten en otro plano y no nos quede otra que recordarnos hasta que las ganas de vernos pacten un buen precio con Ryanair y la normativa de vuelos nos deje atajar cielo arriba.
  Lo mejor que tenemos es que lo bueno nunca termina. Que si os quiero no os lo digo, os lo hago. ¡Guapos!

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