.Por una manifestación sin banderas

  Por mí, por nosotros, por ti, por todos.

  Por fin. Por una vez podemos hacer algo. Ahora sí. Tenemos delante de las manos la oportunidad de reivindicar lo que somos y lo único que tenemos que hacer es alargar el brazo un poco más, una promesa más. Como coetáneos de la circunstancia que nos rodea, somos responsables de conformarnos con lo que nos dan o aspirar a lo que creemos justo y ser parte contratante de los ideales y los pilares del futuro que nos espera un poco más allá de mañana.
  Yo ya creía que no había esperanza, que esta degradación de la política sólo podía llevar a una generación sin conciencia de sus derechos y propensa al conformismo por pereza a afrontar los hechos. Y es ahora más que nunca cuando tenemos que ejercer el derecho más grande que tenemos: Alzar la voz. Gritar y decir bien alto y bien claro qué es lo que no queremos, porque aunque no se pueda ver el horizonte entre las cenizas, siempre habrá un Sol, un amanecer y un horizonte.
  Y hoy lo he visto renacer. Por una vez el ruido de fondo versaba sobre la necesidad de hacernos ver, de ponernos delante y decir, aunque sea callados, que queremos un futuro digno de ser vivido. Porque podemos elegir, y ahora decimos todos juntos que mientras no cambien las cosas no podrán contar con nosotros para seguir jugando, que más les vale ir pensando en cambiar de rumbo.
  Todos tejidos en la misma tela con hilos de ganas de cambiar el mundo. Por una manifestación sin banderas.


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