.Ese brillo entre sus pestañas

  A veces sueño con él. Le veo a lo lejos, me siento y espero.

  Él camina, paso firme, mirada al frente. Buscando su reflejo en los espejos, buscando su mirada entre los ojos de la gente. No parece perdido. Es como si para él caminar sin rumbo fuese la manera de reflexionar sobre todo lo que ha vivido.
  Escucha con tiento, atento, callado. Meciendo los sonidos en el viento y sujetándolos uno a uno, con el amor que le profesan los locos a los trozos de alma que vuelan sin rumbo.
  Sus ojos saltan, de un lado a otro, de un tiempo a otro, como tejiendo la perfecta melodía con los retazos del paisaje que existen desde que alguien los imagino en otra vida.
  Habla, sin prisa, con calma. Masticando las ideas para que no se indigesten y cantando las palabras para que suenen diferentes.
  Y la vida se pasa. Pero un día lo ve, ese brillo entre sus pestañas...
  Le bailan los chakras y le cambia el aura, y quiere andar, y le para la vergüenza, y quiere escuchar, y le mata la impaciencia, y quiere hablar, y le falla la coherencia. 


  Entonces calla.


  Cierra los ojos, abre el alma y deja que el silencio escoja por él las palabras, dejándolas dormir entre renglones de otras historias encantadas. Como mensajes en una botella a través del océano que los separa.
  Ayer lo vi, perdido, como un suspiro a mitad de camino entre la nostalgia y el anhelo, bailando con la mirada un vals alrededor del último rayo de sol que bañaba el cielo. Ayer lo vi, soñando despierto, y pude ver por fin que era yo, con los ojos abiertos.


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