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  Las doce campanadas, nadando solas en la plaza. Saltando sobre el colchón de miles de miradas conteniendo la respiración, parando el tiempo, eternizando el momento. Miles de bocas cerradas alzando las manos al cielo, tejiendo una conciencia, pintando de lucha la zona cero, haciendo visible lo que nadie pensó que llegaría a ser cierto.
  Cada uno de nosotros, desde cada esquina, mirando de frente al Sol de medianoche, perdemos la noción de lo que somos por un instante y dejamos de ser uno para formar parte de algo muy grande y muy fuerte, algo que no puede parar nadie.
  Fue hace unas horas y todavía mastico la energía, me tiemblan los párpados y se me pone la carne de gallina.
  Si sigue saliendo el Sol en cada ocaso no nos quedaremos dormidos y podremos seguir soñando despiertos. Soñando con el cambio.

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