.Espejito, espejito...

  La vanidad me puede. Me puede, pero es lo que tiene el gustarse uno, que está encantado a todas horas. Si está nublado te soleas, si estás solo te cantas, y si la vida te da reveses tú te das rebesos. Porque si yo no me quiero, ¿quién me va a querer? Si no me escucho, si no me miro, si no me respeto, ¿quién va a perder el tiempo conmigo? Desde luego que yo no.

  Qué más dará que empañes los espejos de tanto preguntarles quién es el más bello del reino, que así no puedas ni peinarte y que le busques adjetivos alternativos a esa especie de cresta que te crece entre la frente y la oreja derecha. ¿Qué más dará? Con lo contento que me pongo cuando me veo cada mañana lleno de legañas en el reflejo…
¡Qué alegría vivir aquí dentro!

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