.El castillo más grande del mundo

  Todas muertas; ha sido una masacre. Algunos se volvieron mentirosos mientras tú aprendías a abrir los ojos sin cegarte por la luz que desprendías y todo lo que pudiste ver fue un castillo construido a base de farsas y un señor tirano gobernando desde las almenas.

  Cuando éramos pequeños pensábamos que era el castillo más grande del mundo y nos quedamos fascinados por su majestuosidad. Pensábamos que era el señor más increíble del mundo y nos enamoramos, cada uno a su manera.
  Nos hizo creer que la vida era de otra forma, que no se podía vivir jugando, que las cosas bien hechas eran cosa suya y que lo mejor era mirar y aprender, mirar y aprender… Y aprendimos.
  Poco a poco las almenas empezaron a mirarte a ti con mejores ojos y el señor empezó a levantarse cada día más gruñón. El castillo cada día estaba más brillante y colorido por fuera para impresionar a los visitantes, pero por dentro sólo se respiraba la muerte anticipada antes de tiempo. Y parecía que tú no lo veías.
  Cogí mi hatillo de principios y eché a caminar mientras me decías adiós desde las alturas a escondidas. Caminé y caminé bajo el sol y las estrellas, hasta que de repente un día me tocaste un hombro por sorpresa. Te habías escapado y habías echado a correr. Sabías qué camino había tomado y alcanzarme sólo era cuestión de tiempo.

  Ahora sí. Ahora vivimos jugando y las cosas bien hechas son cosa de reírse cada vez más alto. No tenemos un castillo, pero con el cielo como techo los límites están a cargo de la imaginación, y de esa tenemos mucha. Los colores los llevamos por dentro, y si respiras muy fuerte, huele a nuevo.

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