.La cepa de las lunas llenas

  Hace cinco años me dejaron un libro. Parecía especial, no sé… Las tapas duras, las palabras de su dueña, su insistencia por que me lo leyera. No sé, había que probar. Lo devoré en tres días y me cambió la vida. Paseó conmigo por medio Madrid mientras me dedicaba a descubrir partes de mí mismo que no conocía; ya fuese dentro o fuera de las páginas, frase a frase se me iban abriendo las expectativas de un futuro siendo yo.





La magia es un puente que te permite ir del mundo visible hacia el invisible, y aprender las lecciones de ambos mundos.


  Lo devolví. Y a medida que pasaba el tiempo veía en los ojos de algunas personas las ganas de conocerse y la personalidad durmiendo al fondo de las sombras que iban proyectando al suelo. A todas ellas les regalé el mismo libro, y cuando lo terminaban se lo pedía para volver a leerlo otra vez. Año tras año volvía a mí la misma historia y volvía a nacer en mí la cepa de las lunas llenas y los arañazos al firmamento. Año tras año volvía a brotar en mí la fuente de lo infinito y bebía; bebía hasta reventar.
  Lo lindo de amar es colmarse admirando el vuelo de aquello que te da la vida. Por eso regalo alas de vez en cuando.

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