.Esperar















  Sentado ya no aguantas. Ya ves a través de la pantalla y tus ojos vuelan más allá, con tu cabeza. Vuelan a donde tú no puedes ir, a donde el calentamiento te vetó la entrada, a donde las horas pasan de poco en poco y flotando en ninguna parte, esperando a que se junten todas de repente y den paso a algo grande.
  A las noticias, a las confirmaciones, a eso que todos sabemos, pero dudamos. Y de mordernos las uñas ya hemos pasado el codo y optado por adelantar la merienda o ir haciendo la cena. Coger el manojo de nervios que somos y echarlo con un poco de sal y esperanzas en agua templada, o sazonarlo con guindilla y escaldarlo de una vez por todas a ver si se calma. Servir dos copas con vino y brindar contigo mismo, y bebértelas de un trago, y tumbarte al borde del abismo, y seguir esperando.
  Caminaría hasta el horizonte y vuelta con los peludos si dentro de cinco mil pasos hubiesen pasado todas las horas que hacen falta para que despiertes fluyendo como hace unos años.
  Layla espera a los pies de tu sofá mientras Humphrey, cabizbajo, da vueltas y baja y sube esaleras y yo escribo como excusa de lunes para no coger los apuntes. Matamos el tiempo cada uno por nuestro lado, y cuando abras los ojos, para celebrarlo, nos lo cenaremos los tres juntos a la plancha y de un bocado.

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