.12/8

  Tiene los ojos rasgados, y cuando se ríe los cierra todavía más para que no quepa duda. A veces me pregunto qué pasaría si se pintase la cara de blanco, los labios de rojo y se pusiese un moño alto. Si rodaríamos una película de cine mudo japonés en blanco y negro o viviríamos una historia de mafias, sumergidos en la Yakuza como quien va a por el periódico “porque hace buena mañana”.
  Al final da lo mismo. Llevamos ya unos cuantos años orbitando uno alrededor del otro y todavía no me acostumbro a que vivir un cuento es la tónica general si te quedas cerca de ella. No me acostumbro, pero me encanta. Hace bastante se nos ocurrió ponernos guapos y hacerle la competencia a un grupo de maniquíes de alta costura. Cómo sería que al final la gente nos miraba sólo a nosotros y la cosa derivó hasta que tuvimos que hacerle la competencia a un palacete.
  ¡Es que ponerme vestido me hacía ilusión!
  Cerca de ella, las mejores canciones tienen su risa bien presente, semitonos de regalo y los pentagramas no son legibles, porque se ponen a bailar mientras los vas tocando. Puedes estar seguro de que, si te dejas bailar, el destino será impredecible; pero habrá una golosina dentro de tu copa y una agradable brisa que saldrá de sus parpadeos para calentar la nieve de marzo o refrescar el sol de febrero.
  No sé dónde terminaremos esta vez, así que no olvides llevar púas de repuesto. Tú ponte vestido, que yo me pondré corbata y sombrero.


Entradas populares