.Tras cada parpadeo

  Mi universo son mis ojos y mis oídos. Todo lo demás son rumores.
  También mi nariz, mi boca y toda mi piel. Porque el circo de los olores, los sabores y las caricias colorean mi realidad cada momento.
  Sería tan bonito reaprender a vivir tras cada parpadeo... Ver, escuchar, oler, saborear y tocar cada instante como si fuera el primero y de ahí sacar tus propias conclusiones sobre lo que para ti es el mundo. Sin prejuicios, sin recuerdos y sin más aderezos que la estampa que se presenta ante tus ojos después de abrirlos.
  Así dejaríamos de darnos por supuestos y aprenderíamos a redescubrirnos cada vez que nos viéramos. Sin imágenes pasadas, sin errores y sin aciertos. Sin obligaciones, sin coacciones y sin impedimentos.
  Y tras cada parpadeo volveríamos a nacer, simplemente sabiendo que las personas que conocemos transgreden la línea del tiempo. Viven en un resquicio más allá de los sentidos. Más allá de vernos, escucharnos, olernos, saborearnos y tocarnos.
  Más allá, porque vivirnos es marcarnos atravesando las sensaciones, y eso no podemos borrarlo.

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