.Cielo gris, notas de colores

  Llueve, como en otoño. Será que alguno anda más melancólico de lo habitual y la ruleta del mundo le ha concedido el pintar el día del color de su alma. ¿Será consciente? Seguro que se ha sentido parte del ambiente y ha sonreído, aunque sólo fuese un poquito.

  Yo estoy nervioso. Mañana tengo que demostrarme un par de cosas (a mí y a otro par de personas que me son bastante ajenas) y no paro de dar vueltas. Últimamente mis lecturas del metro son ilegibles para la mayoría y van acompañadas de un bamboleo bastante curioso de mi mano derecha y un musitar tímido en la comisura de mis labios que juega al despiste con mis cuerdas vocales. Y la gente me mira raro; ¿y qué?
  Hace no mucho me dio por aprender a leer y escribir (sí, antes ya sabía hablar, pero ningún buen orador pasa de aficionado sin antes estudiarse un par de gramáticas). Mi profesora tiene cara de dibujo animado, y mientras, guardé mis fonemas en una caja de madera al fondo de mi armario. Al tiempo y con lo básico iba llegando el momento de desempolvar mis viejos verbos, pero tenía las manos un poco atadas por el miedo y no veía claro que volviese a caer en los mismos vicios de antaño; inspiración de los ignorantes, magia del no ilustrado.
  Y empecé desde cero. Otra vez, como cuando eras niño. Aprender a aprender. Letra a letra, coma a coma.... Y en realidad apenas farfullo un par de ideas, descoordinadas y a trompicones, pero algo me dice muy dentro que dentro de poco sabré traducir al lenguaje de fuera lo que quiero sacar de dentro.
  Por eso no importa si otros, tristes, vieron consuelo en lo gris del cielo. Caminando más allá de las palabras escribo, hablo y leo. Más allá del gris del cielo, notas de colores se me enredan en el pelo.


Entradas populares