.Cuando nos volvimos gatos

  Si alguna noche nos ves morando sin rumbo por la senda de los recuerdos, es sólo que a veces olvidamos recordar que en otra parte, en otro tiempo, en otra vida o en otro universo, ya aprendimos a volar.
  Nos sobraban las horas, las razones, las ganas de correr, las ideas, los piropos y las flores. Rumiando día y noche todos los juegos que ya vivimos y que no osábamos dejar correr. Lamiendo los restos de las mieles de otros tiempos en que creíamos que no se podía aspirar (a) más aire del que acariciábamos entonces. Así dormíamos despiertos día y noche a la caza de los sueños que nunca más volverían.
  Así perdimos la voz, y, sin habla, aprendimos a cantar casi sin palabras.
  Corriendo entre las sombras de vidas muertas, de repente el océano no era suficiente para saciar nuestra sed. Jugábamos al escondite cada minuto con el destino y se nos ponían morenos los dientes de sonreírle al sol en cada victoria. Éramos los dueños de éste, nuestro Universo y no había horas en un día para exprimir cada gota que le veíamos a la vida.
  Ahora las risas me nutren y ya no necesito comida.
  Sueño cada vez que parpadeo y la noche es mi nuevo día.
  Cuando la tierra se nos quedó pequeña empezamos a saltar, cada vez más rato, pensando cada vez menos… Hasta que empezamos a volar, cada vez más alto, cada vez más lejos. Y con esa ligereza recorrimos cada rincón que bañaba el sol cada nuevo amanecer y gastamos tantos zapatos que nos quedamos descalzos sin darnos cuenta y sin querer retroceder.
  Puedo cerrar los ojos, ahora la magia me guía.
  Respiramos tanto que nos hicimos aire y viajamos juguetones. Rozando vuestros perfiles mientras se os ponía la carne de gallina, despeinándoos para veros bellos en lo imperfecto o entrando de noche en vuestros cuartos y agitando las cortinas.
  Cuando nos volvimos gatos firmamos un contrato:
De tu alma tienes la llave. A quienes dejes pasar serán sus dueños.
  Y desde ese día, cada abrazo que damos nos hacemos un poco más grandes.

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