.Despropósitos de año nuevo



  Cada mañana me miro al espejo, me despeino un poco y me echo un par de piropos tontos. Una vez que he visto que sigo igual de modesto, que mis orejas siguen a los lados de la cabeza y que mis ojos no han tomado posesión del resto de la cara, les doy la vuelta y los pongo mirando hacia dentro, a ver qué pasa.
  Esto cada mañana. No me gusta esperar a los días 1, los kilómetros 0, los días D o las conjunciones astrales del calendario maya para darle un meneo a mi mundo y mi forma de verlo. Si de repente tu día se compone de obligaciones y no de pasiones, hay que empezar rápido por cambiar los tengo que por quiero.
  De un tiempo a esta parte, cada mañana me digo al oído que ya va siendo hora de empezar a ser un ser un poco más imperfecto, un poco más loco y con unos cuantos miedos menos. Tendría que dejar de mirarme tanto en los espejos y darle prioridad a esa algarabía de sensaciones, olores, sabores, texturas, sonidos, amores y desamores que me recorre por dentro. Volver a lo más hondo de mí y aprender a mostrar lo que soy yo y lo que se puede ver sólo cuando estás cerca, en cada mirada, en cada mueca y en cada levantamiento de ceja.
  Ganarme mi propio respeto, que es el más sincero. Saber no engañarme y decirme a la cara mis virtudes y mis defectos. Ser el único responsable de lo que siento, ya sea porque yo solo me ronroneo o porque he decidido bañarme en cada guiño que me tiras del cielo y asumir las consecuencias (ya me destrocen por dentro o me hagan caminar a medio metro sobre el suelo). Dejar de mirarte de medio lado y sonreírte de frente. Pensar un poco menos en el qué dirán y el qué será y centrarme en el qué diré y qué quiero ser, y sentirme orgulloso de lo que soy cada día (conmigo, contigo, con vosotros o con el mundo que gira). Y darme palmaditas por las noches por seguir siendo un loco, picarón y consecuente en cada momento con mi son.
  Vivir cuentos de hadas siendo consciente de que lo son, y cuando terminen, echar la vista atrás y volver a bañarme en lo bello del recuerdo. Recordar lo importante que soy y guardar siempre un frasco de amor propio en cada parte muda de mi alma que andan repartidas por el mundo, para que cuando me haga falta pueda correr a buscarlos para que lo fundáis con mi alma maltrecha en uno de vuestros abrazos.
  Bailar cada noche con la luna. Amar cada partícula de mi cuerpo, ser aleatorio, atesorar cada momento que me recuerda que vivo y guardarlo todo, guardarlo muy dentro y que sea parte de mí por siempre.
  Y recordar siempre que la vida no es bonita, sino BELLA y no dejar de dar gracias por todos los que estáis en ella.
  Sólo te pido una cosa carita, píntate de colores y sonríe. Sonríe con los ojos, sonríe con el alma o sonríe como los peces. Sonríe como te plazca, pero sonríe, que te lo mereces.

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