.Cajón de cuentos

  Las horas sin tiempo. Desde que se pone el sol y el día pierde el nombre, que sale corriendo en pos de otras historias. La falta de vida, la muerte del ánimo. Un pequeño error de cálculo y no puedo dejar de mirar a mi espalda por si algún recuerdo todavía sigue conmigo o se escurrieron todos bajo los cojines. Faltarme al respeto y a mi palabra y esperar y anticipar.
  Después de vaciarme medio corazón dentro de veintiocho líneas propias y dos robadas en un ataque de necesidad, me puedo ver reflejado otra vez en la misma mirada perdida del mudo que busca el eco, a oscuras y en la lejanía de lo que creías que era el horizonte.
  No me gusta vomitar mis penas porque me siento sucio e indigno de que alguien las lea, porque lo malo se tiene que quedar dentro y lo bueno fuera.
  Pero cuando sientes hasta el punto de arrancarte la piel a tiras con cada segundo en el reloj de nuestra vida y dejas las emociones en crudo y a flor de piel, tan vulnerables a cada brisa, a cada rayo de sol y a cada sonrisa....
  ...Cuando se fueron los adornos y sólo quedó la esencia de lo que es vida...
  Entonces por amor al arte las palabras pueden volar solas y buscarse entre ellas, como en una historia de príncipes y princesas.
  Y desgarrarme poco a poco y con tiento, arañándome con las comas que voy dejando entre renglones que me gustaría leer, sólo por placer, sólo por el masoquismo del que deja salir su alma herida a medianoche para demostrar que en el fondo es humana y disfrutar de la imperfección de los mortales.
  Mañana abrir los ojos y leer otras historias mientras el cajón de cuentos sin final poco a poco se desborda.

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