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  De todas las vidas que me quedan siempre me quedará la duda de si habré acertado en los SÍ/NO que van apareciendo por detrás de las farolas en los días de lluvia. Siempre me quedará el resquemor de no haberme quedado cuando la cosa iba a empezar a tomar forma y de no haberme largado cuando todo estaba más muerto que mis ganas de volver. A golpe de "tengo una vibra" es demasiado sencillo liarla pardísima, creerse Dios por un par de horas, ver conjunciones astrales en los hielos del gin tonic, reestructurar tu forma de ver el mundo un par de veces para que la estampa que tienes delante quede bonita en el recuerdo y todas esas tonterías que hacemos los seres humanos de luna en luna cuando la inspiración y la tontería se suman.
  Al salir de los trances, yo, personalmente, me seco. Como si haciendo honor a mi tendencia ciclotímica todos mis dejes tuviesen que extremarse hacia un lado u otro dependiendo de por donde soplen los alisios en mis orejas. No es que me resquebraje y aparezcan espejismos, sino que de repente me invade una doble moral que me tiene despellejando al "yo" de hace dos semanas sin ningún pudor (menos mal que soy yo, me conozco y me perdono porque sé que estas cosas terminan por ser pasajeras). Ahora mismo, mi tercer alter ego en discordia podría salir y empezar a meter farfolla a capón, pero ya excedería los propósitos de esta parrafada.
  Como diría algún querubín de azules ojos...
  tus blogs son todos iguales: unos cuantos párrafos completamente imposibles de entender y luego una conclusión final un poco más explícita.
  Prefiero creer que son poesía discreta.
  Que en realidad ya sé yo que quien tiene que entender entiende (o eso espero) y quien no... Pues sí o no. Lo bueno es que como soy amigo de la belleza en las palabras "per se", muchas veces la mera fonética conjunta ya suena bonita y compensa los dos minutos de lectura.
  Lástima que en noches como esta el alma pincha si entras y las palabras guardan la puerta.

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