.Danza
Libre, sin música, sin normas, al son del universo, a tempo con el corazón, en la calle, en tu casa, en tu mundo, solo, en pareja, sin querer y de repente, ahora, mañana y siempre.
No baila el cuerpo, sino el alma irracional, real y transparente, presa de un sentimiento de lujuria que hace fútil tratar de buscarle sentido a la trayectoria.
Y el cuerpo, fascinado, la sigue a golpe de impulsos nerviosos en procesión entre axones, haciendo que las neuronas se sientan un poco más vivas, agitando el subconsciente y despejando la realidad dormida.
Qué lástima no coincidir en tiempo y espacio y bailar hasta la muerte de las sombras...