.Baños de luna

  Mañana hay luna llena, pero por algún motivo que se me escapa, para mí siempre es el día antes cuando la veo más blanca, más alta, más redonda y más juguetona. Siempre es igual, esos días pasan en escala de grises hasta que oscurece, agarro a los peludos y salgo a la calle.
  Siempre es igual: Los suelto, bailoteo un poco, cierro los ojos, respiro, levanto la cabeza, abro los ojos y allí está, tan guapa como cada mes.
  Me cuenta que últimamente hace más frío, que ve a la gente menos viva. Yo le digo que es normal, que en la calle se guardan las emociones en el abrigo, las sonrisas tras la bufanda y las caricias dentro de los guantes, pero que si se fija podrá ver jugueteos de enamorados que parecen muñecos de nieve a los que no les importa lo que hay fuera de ellos.
  Le digo que ella no puede verlo, pero que bajo los tejados las personas se reúnen y las almas se hacen una al calor del invierno. Que los ánimos han cambiado, que nadie sabe por qué, pero ahora buscan escalofríos al tacto y miradas de soslayo, sonrisas camufladas y guiños de incógnito entre jerseys de punto gordo y copas de vino medio vacías que lagrimean al tran tran del mundo que respira.
  Me dice que qué hago fuera...
  Esta noche te echaba de menos...
  Me gusta sentir que el frío me hiela la expresión y me agarrota el tacto. Me gusta respirar hondo y sentir el aire como un trago de tequila correteando por mi garganta y diciéndome:
  Vives. Siénteme. Vives.
  Los gatos somos así, ronroneamos en los brazos del sofá como si nada y desaparecemos a medianoche a maullarte lo que no le contamos a nadie.
  Carita redonda, báilame la vida al son del universo.

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