Venga, sonríe.

O jadea, retuércete y conmociona tus mejillas en una mueca que ponga a temblar tu tonta idea de la belleza.


Que no llevas dos décadas danzando para que te vengan a contar quien eres otra vez, que sigo entonando el "soy gilipollas" en un alarde de falsa modestia, ya que me encanta hacer las mismas tonterías día tras día. Porque tiene gracia (aunque no suene a chiste) que se repitan las siglas de universos ya muertos que sólo recuerdo con alegría por haberme traído en palmitas hasta hoy, hasta mí, hasta mi pequeño torbellino donde me reinvento y me redescubro, donde me pinto y me interpreto y me digo y me canto y me me me me me da por ser egoísta para ti porque sólo pienso en mí y en qué puedo hacer yo para verte sonriendo un poco más, ya seas mi perroflauta, mi artista, mi musa, mi nena, mi alma o mi ashe.

Me hago mayor (mayor?). Viejo? (sabio). Consciente (Consecuente), Bor? (Cobritas).

El caso es que sonrío más y me siento como un soplido fluyendo entre canciones. Y hay días que me explota el pecho de emoción sin saber por qué y me pongo a bailar al ritmo de la música del Universo aunque la gente me mire como a un loco (aunque en realidad son ellos los que están locos). Como si un encantador de serpientes me llevase a contonearme como buen Cobritas de cabeza viajera, bocazas y experto en tirarse el pisto.

No soy yo, sois vosotros, que me agarráis de las caderas desde lejos.

Transparentes como el Agua Clara, Perroflautas de Corazón, Almas Libres.

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