Nudos

Entre pasos errantes trazo y entrelazo trayectorias, zapatea que zapatea y haciéndo más kilómetros mientras una oreja se abrasa y la otra pide constancia, constancia... Arrea gañán que se hace tarde otra vez! Los dos cacharros de propina te han levantado una fiesta convexa desde el suelo a ramalazos de gravedad, como si llevases un par de estaciones agarrándote los faldones para no mojarte con los charcos y... pam!


Y mira que esta noche me siento un poco gato... Tengo antojo de luna llena y ronroneo si me rascas el lomo. Maullidos aleatorios y arrumacos gratis si me acurrucas en los jirones de tu perfume. Porque aaaaaay cómo hueles gata mía! Que cuentan más cuentos tus recovecos cuando husmeo que 100 noches de estrellas sobre el capó de la melancolía. Pero no estoy triste, más bien reflexivo en exceso, tontorrón y poco asumidor. Creo que me he ganado un capón, por melón.

Cogería la guitarra, un paternina (banda azul) y me iría a la chimenea a llorarme melodías baratas del ocaso de mi inspiración hasta escurrir por completo ese resquicio de brasas (yo) fatalista que me queda allá por la vértebra 14. Pero no tengo chimenea. Así que igual que tantas otras veces, en un alarde de ingeniero, me espiralizo entre ceros y unos que tejen palabras y palabros sin orden ni concierto ni sentido aparente. Así si nos aburrimos podemos hacer puzzles de mis vomitonas intelectuales de medianoche y jugar a rehacer pensamientos y sentimientos y movimientos que bien ahuecados nos hagan dormir un poco por encima de las sábanas cada noche.

Que la magia no está en los cuentos, está en los sentimientos!

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